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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

8 de febrero de 2016

Lunes de Carnaval - DIARIO DE UN LLANERO

Publicada originalmente  el 21/02/2012

Cuaderno N° 16

“Día Lunes. A las cinco de la mañana, salió Don Agustín con la comparsa Santarriteña y se escondieron en la orilla del rio en unas matas de mangle. Allí el que iba llegando, iba quedando totalmente mojado: viejas buscadoras de agua, hombres con barriles, muchachas, muchachos, todos los que llegaban, eran víctimas de los ensotados en aquel lugar, que eran Don Antonio, Jacinto, Olegario, Juancho, Evaristo y su hermano. En los merecures del barrio, estaban Don Carlos, Don Lino Es queda, Rafaelito, Loreto, Ramón Peña, Felix Vera, Valentín Pelón y Encarnación Corona. En el otro extremo, Don Adolfo Vera, Don Nepomuceno, Ño Miguel Tirado, Manuel Ascanio, Ramón Emilio, Manuel Vera, etc. En el centro del pueblo, rompieron el juego Don Alejandro y Juan Vicente Aponte, acompañados de todo el populacho."

 "A las nueve de la mañana, no había un ser viviente que no estuviera mojado. A las diez, cesó el juego todo por completo. A las once, se reunieron sus habitantes del pueblo, debajo de los octogenarios y corpulentos matapalos a comerse dos reses asadas y varios cerdos. Ahí se jugó, después d el a comida, con papelillo y serpentinas, hasta que llegó la hora de colear toros. Ahí quedaron todos los hombres llaneros lucidísimos en la coleada de los cornudos rumiante. Coleaban de todas maneras; al natural, por debajo de las piernas, güeseado, que es zumbarse de arriba del caballo al suelo y dar la coleada y derribar al novillo. Después vinieron los cambios de caballo en veloz carrera; en estas suertes, salieron sobresalientes, por mas adiestramiento, los santarriteños; los buronenses en la coleada a pié, como buenos corredores. Las damas más distinguidas como coleadoras fueron María Josefa y Carmela guzmán; María Lina y Nicanor Esqueda; Chipola y María de Jesús Farfán” (…). En la noche, se vieron desfilar como en la anterior noche, los disfraces mas raros y las danzas más costosas y zapateos distintos"

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