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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

23 de marzo de 2011

La Montaña de San Camilo. La Magia de San Camilo. Entrada 3/8

Leyendo la prosa que sobre la Montaña de San Camilo escribió Fernando Calzadilla Valdés en "Por los Llanos de Apure", queremos transcribir un fragmento muy representativo de la magia que ejercía este templo natural :

 
Ilustración de Edgardo Briceño, Pintor de la Naturaleza Apureña
Siempre al penetrar yo la selva, fue con emoción igual como si franqueara un templo exornado para imponentes ceremonias y terribles sacrificios. No podía sustraerme a la profunda admiración contemplativa de su majestuosa realeza dominante y absorbente; mis sentidos experimentaban una especie de refinamiento perceptivo, intentando captarlo todo sin perder detalle, y asimismo me sentía presa de indefinida confusión entre cierto temor, no precisamente el miedo de la cobardía, pero sí un temor respetuoso concentrado en la silenciosa admiración de los grande, lo magnificente, aunándose con la convicción de hombría y valentía al sentirme en la noche tenebrosa, bajo el peso de tan absoluta y abrumadora soledad, rodeado, acechado de peligros y muy distanciado de cualquier auxilio que pudiera favorecerme a tiempo".

Ilustración de Edgardo Briceño, Pintor de la Naturaleza Apureña
Cuenta igualmente Calzadilla, la profusión de especies vegetales y animales que poblaban la selva. Con respecto a la primera,  dice:

“¡Cuanta profusión de matices y de especies!. Yo oía hablar de pueblos de cedros, pueblos de samanes, de “marías” y aún agudizando mi cueriosidad con extremada atención, nada de esto distinguía, no obstante ser cierto la existencia de agrupaciones de árboles de una sola especie en determinados sitios, se me hacía difícil distinguir, porque me ofuscaba el verdor casi negro del interior de la selva y todo lo apercibido era una espesura igual por doquiera, formada por cuantas manifestaciones puede ostentar la flora americana en su mas selvática expresión; solamente la práctica de los veteranos de la montaña alcanza a apreciar las variadas especies vegetales".

Ilustración de Edgardo Briceño, Pintor de la Naturaleza Apureña
”Y de repente, al desembocar en uno de los claros paraderos de las travesías, otra maravilla para dejarme absorto, y al mismo tiempo embargado de tristeza, deslumbrado por el derroche de belleza: una lluvia continuada de flores desprendiéndose de los bucares, apamates, acacias, volando en caprichosos giros de las marías como minúsculos paracaídas, materialmente nubla el espacio y tapiza el suelo en un espesor considerable, matizándolo de rojo, lila, rosado y al retenerse engarzadas en las horquetas y en las copas de los arbustos, semejaban ramilletes colocados allí ex profeso como un arreglo”

Colores, olores embriagantes, frescor, sombra, luz, conformaban el paisaje de la selva de San Camilo.

En cuanto a la variadísima fauna  se encontraban “por ejemplo en la espesura del bosque, gran variedad de monos, chácharos, cochinos de monte, picures, conejos"   muchas clases de aves como gallinetas, gallinas de monte, paujiles, palomas de distintos tipos, loros, guacamayos y pericos, turpiales, azulejos, gonzalitos, arrendajos y conotos, entre otros.

Ilustración de Edgardo Briceño, Pintor de la Naturaleza Apureña

Muchas clases de serpientes venenosas se encontraban por doquier; la variedad de insectos iba hasta lo infinito y en los bosques cercanos a los ríos, dantas y los tigres habitaban la selva.
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